 Yo.
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A veces nos resulta difícil recordar, y no por ello deja de ser verdad, que no hace tanto tiempo éramos niños. Para la mayoría de los niños, la fe es algo firme. La alegría es un estado natural. Rara vez se preocupan por algo. Se ríen, comparten sueños, y juegan mucho. Viven en un Mundo feliz donde abundan los milagros.
Ahora que somos adultos nada ha cambiado, excepto nuestras actitudes y el modo en que elegimos ver las cosas. La maravilla, el misterio, la magia, y las fuentes de diversión aún se encuentran allí si las buscamos.
Los milagros pueden ocurrir en cualquier lugar. Los milagros están en esa persona que ama, ese instante en que años de rencor y resentimiento desaparecen frente a un acto de piedad, ese momento en que la indiferencia se desvanece ante una mano que te ofrece su ayuda en momentos de confusión y tristezas, en que la vida humana cambia por un simple acto de amor.
En un mundo donde se valoriza el pesimismo, el cinismo, la indiferencia, el rechazo, el engaño, la falta de humildad, los miedos al fracaso y la poca solidaridad; la frase “Todo es posible” suena refrescante y llena de esperanza.
La próxima vez que necesites un milagro, no esperes a que suceda. Vuelve a ser niño de nuevo, y entonces tendrás el poder de obrarlo.
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