viernes, 16 de enero de 2015

DIGNIDAD...

 
Nuestro bien más valioso es nuestra dignidad.
 Cuando la  perdemos nos quedamos sin nada. Debido a que todos somos valiosos y diferentes de los demás , es ridículo  comparar la importancia de una persona con la otras.
La gente que mide el valor de otras personas según el nivel económico, el trabajo o el estilo de vida, pone en tela de juicio su propia inteligencia y sensatez.
 
Si todos somos iguales ante los ojos de Dios, ¿Quién puede considerarse un juez superior? Sólo nos sentiremos atrapados en esa situación desesperante si permitimos que los demás determinen cuánto valemos. Siempre que creamos en nosotros mismos, conservemos  nuestra autoestima y sentido del humor, estaremos a salvo de esos intrusos.
El hecho de humillar a otro ser humano para sentirnos superior a los demás es un claro signo de nuestra propia debilidad. Merecemos compasión  y no desdén, pues en realidad estamos expresando una terrible necesidad de sentirnos amados.
“Comportarnos con dignidad no es nada más que permitir que los demás sean ellos mismos.”

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