Los que aman incondicionalmente siempre se apartan de lo negativo para concentrarse en la belleza, bondad y la alegría. A pesar de que son conscientes de la existencia del lado oscuro de la vida, intentan evitarlo. La obsesión por lo malo del mundo indica la incapacidad de ver lo que es bueno y correcto. Por otro lado, las soluciones son más visibles a la luz de las probabilidades.
La belleza y la bondad son fuerzas poderosas frente a la fealdad y el mal. Los pesimistas buscan (y siempre encuentran) la confirmación de lo negativo, mientras que los optimistas buscan y encuentran la belleza de vivir. Las dos existen. Las dos son reales y conviven con nosotros. La diferencia radica en algo tan básico como la decisión, y tan simple como abrir los ojos.
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