jueves, 20 de diciembre de 2012

MUERTE!


 
NUESTRA MUERTE

 ADVERTENCIA:
Este artículo trata sobre la MUERTE.
Sobre NUESTRA muerte.
Se lo advierto porque hay personas que prefieren engañarse y evitan pensar en ello creyendo que si no piensan o no hablan sobre ese asunto evitarán morirse.
Y como ya somos Adultos, será conveniente una profunda reflexión, en un enfrentamiento directo y sin miedo, sobre algo que va a acontecer aun a nuestro pesar.
Todos nos vamos a morir algun dia....
Yo escribo “Nos vamos a morir”, …Ustedes pueden leer :“me voy a morir”.
Y conviene que hagamos una pausa de largo tiempo oyendo cómo se repite dentro de nosotros la frase.
Me voy a morir algún día.
Repitiéndola nuevamente, con convencimiento, sintiéndola con rotundidad innegable en alguna parte del interior.
Preferiblemente en la parte que podemos reaccionar de un modo positivo. En la parte que podemos tomar conciencia de esa realidad y podemos evolucionar asumiéndola sin pesar, sin sentirlo como una desgracia, y podemos tomar la determinación -¡ POR FIN!- de aprovechar de otro modo el tiempo hasta que llegue, este inevitable, momento.
Me voy a morir algún día...
Espero no estropearles el día con esta realidad.
Espero, por el contrario, que se alegren de leerla porque eso indica que, aún, siguen con vida.
Estando a tiempo de darnos cuenta de eso, y podemos apreciar la vida de otro modo porque somos consciente de su finitud.
Cuando yo estoy comiendo una comida o un postre que me gusta mucho y veo que se está terminando, que sólo quedan unas cucharadas me, las como más despacio y las degusto de otro modo distinto. Con más intensidad.
Ese es mi propósito.
Es inútil revelarnos contra ello.
La lista de predecesores que se han opuesto a morir, que no querían morir, que pretendían dar toda su fortuna por seguir viviendo, que imploraban más vida, que se creían con méritos y derechos a ser la excepción que la evitaran, es enorme.
Me gustaría seguir mucho tiempo en la vida disfrutando todo lo que me está ofreciendo, pero soy consciente, absolutamente consciente, de que la muerte no va a tener en cuenta mi opinión ni mis deseos. Como ha hecho en todos los casos.
Muchas veces pienso que me gustaría ir por las escuelas y las universidades alertando a los jóvenes de esta realidad. Advirtiéndoles a tiempo, en esa edad en que uno casi cree en lo infinito, en que el futuro es enorme, en que la muerte no entra en los planes a corto plazo.
Me gustaría decirles que va en serio, que les va a suceder, que no es tan lejano como parece a esa edad, y que llegarán a “El tiempo de los Arrepentimientos” y que será mejor que cuando lleguen tengan muy poco de lo que arrepentirse.
Algún día serán mayores y se darán cuenta de que ya han asistido a un montón de entierros de gente cercana.(Como hoy me esta pasando a mi). Más adelante tendrán sesenta y harán recuento de cuántos amigos con los que hacía poco tiempo correteaban jugando ya han desaparecido. Con las amigas que hablaban de muñecas ahora hablan de nietos y achaques en la salud, de torpezas físicas, o de dolores en órganos que ni siquiera sabían que existían.
Algún día un pensamiento más profundo que los cotidianos, o una conversación que surge tal vez sin querer, girarán en torno a lo que no se hizo. A lo que YA NO SE PODRÁ HACER. A cosas de las que uno se arrepiente porque entonces no se atrevió o no se dio cuenta y no supo apreciarlas.
¡Cómo me hubiera gustado haber hecho aquel viaje que tanto quería!
Si me hubiera atrevido a…
Nunca le dije a mis cercanos cuánto les quería…
Se me pasó la infancia de mi hijo casi sin darme cuenta.
Me arrepiento de…
Y, en muchos casos, ya es tarde. Demasiado tarde. Imposible.
Uno se queda mirando al pasado, que es algo muy lejano, y piensa que le hubiera gustado llenarlo de otras cosas: tal vez más alegría ; quizás más intensidad en las vivencias; más palabras y más hechos relacionados con el amor; o tal vez más fiestas, más familia, más amigos, más música, más verdades…
O menos silencios –y uno, por dentro, deseando decir pero sin atreverse…-, menos represiones –y más ser uno mismo y anteponer los propios deseos-, menos negativas a disfrutar –y haber dicho sí a cosas placenteras-, menos obligaciones -¡Ay, si se pudieran borrar tantos “tengo que…!”-, menos momentos de malas caras, de corazón aquietado o sufriente, de abrazos retenidos, de sonrisas frustradas…
Pero poco más, aparte de arrepentirse, se puede hacer ahora.
El pasado se marchó hace tiempo y no hay forma de convencerle del deseo de que sea otra vez presente para ser modificado ahora que uno se da cuenta de todo lo que pudo haber sido de otro modo y no fue.
Si pudiera volver a nacer de nuevo, pero sabiendo lo que sé ahora…
¡Cuántas cosas serían de otro modo!
¡Qué distinta sería, en muchos aspectos, mi vida!
La buena noticia es que aún estamos en el mundo. Y con vida. Y tenemos eso que llamamos futuro.
O sea, con los ingredientes necesarios para poder hacer del tiempo que está por venir un continuo presente satisfactorio, de modo que, cuando se convierta en pasado, no sea un pasado que haya que archivar en la abultada carpeta de “Arrepentimientos”.
Tal vez ahora que le hemos dedicado unos minutos a la muerte seamos más consciente de que aún estamos en la vida. De que aún nos pertenece. De que aún podemos, en gran medida, hacerla a nuestro gusto. De que es nuestra responsabilidad hacer de ella un motivo de orgullo.

De que una vida sin vida es una vida vacía, inútil.
Aún estamos a tiempo de reorientarla, de reciclarnos, de tomar decisiones, de escuchar a los deseos del corazón, de convertir sueños en realidades, de llamar por teléfono o de ir a visitar a ese alguien, de abrir el corazón para que se airee, de quitarle las telarañas a la rutina, de reconciliarme conmigo y abrazarme sinceramente, de ver el mundo con otros ojos, de madrugar para ver cómo amanece, de tomarte un café caliente en una buena compañía, de abrazar de otro modo y dar besos de verdad, de romper esa careta que usamos a veces, de llevarme bien con la soledad, de liberar las sonrisas presas, de ser plenamente consciente de dónde estás y quién eres, y de empezar a ser YO.


GRACIAS VIDA POR TODAS LAS EXPERIENCIAS MARAVILLOSAS QUE ME HAS DADO !!!
VALE  LA PENA VIVIR!!!
ANIMENSE...NUNCA ES TARDE PARA CONSTRUIR UNA VIDA MEJOR...SOLO DE NOSOTROS DEPENDE.


Dra. Marsella Jimenez S
           PSICOLOGA

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