No es tan importante lo que nos pasa, sino el modo en que respondemos a ello. No tenemos el control de lo que los demás hacen , dicen o actúan; tampoco sobre los catástrofes naturales, ni sobre el hecho de que todos envejecemos y algún día moriremos, o según mi forma de pensar, pasaremos a un plano diferente.
Pero sí tenemos todo el control del mundo sobre el modo en que respondemos a todo esto.
Debemos estar conscientes de que somos totalmente
responsables de nuestras opiniones, comportamientos
y actitudes.
Por ejemplo: El hecho de ser odiosos no es el resultado de una mala jugada que nos hizo la vida, sino de una decisión nuestra de dejar a un lado al amor y a la luz. Es más fácil considerarnos víctimas de un destino cruel, que aceptar nuestra responsabilidad en el problema.
Todo lo que ocurre en nuestras vidas sea agradable o doloroso es el resultado de las consecuencias de nuestros actos, de nadie más.
Si no admitimos esa responsabilidad, se nos hará muy difícil crecer y superar todas las pruebas que vinimos a vivir y a experimentar en este espacio y en esta vida.
Hay una paradoja del Budismo Zen que dice: “Se incendió el galpón, pero ahora puedo ver la luna”.
La destrucción del galpón. ¿Es un catástrofe o una ventaja? Tienes razón si crees que la tienes. Todo depende del cristal con que lo veas, y el grado de responsabilidad con que asumes cada situación en tu vida.
Mar
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