Haití, pequeño país dolido,
ya exhausto no te quedan fuerzas
para enderezar tu camino,
para agradecer en un gesto
que el desconsuelo se hubiese ido.
Haití, lágrima incesante,
tu pueblo, tus mujeres y tus niños
a la dureza de la vida
que les estrecha agobiante
nunca se han rendido,
ni aún la muerte inclemente
logrará hacerles olvidar,
su destino inmisericorde
ni sus esperanzas perdidas.
Haití llanto que no acaba,
que el mundo no ignore
que aunque yazgas en el suelo
cuando la pesadumbre te doble,
tú espíritu seguirá clamando
por una ayuda que no alcanza,
por el dolor de tus pobres,
por el renacer de la esperanza.
PALOMA
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