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Marsella:

Marsella es la perla de Francia, ciudad de cerros, lanchas, fiestas de noches eternas de vino, abrazos y danza gitana.

Hace 600 años, en la bella Europa del Siglo XV, dónde por fin judíos, cristianos y musulmanes se juntaban a orar y a sentir a Dios sin diferencias, un grupo de personas (artistas, magos, sanadores y religiosos), partieron en silencio a la Perla francesa para dibujar el universo.

Decidieron condensar el conocimiento de lo humano y lo divino en 78 cuadros que representan de manera individual una estación síquica, espiritual, volitiva y sexual de quien se atreva a mirar este espejo simbólico.

El Tarot de Marsella nace de manos anónimas. Un trabajo sin firmas, para así no plasmar un ego o una individualidad; y su misión es la de reflejar y no de determinar.

Es espejo, no manto.

Llevo tantos años mirando curioso al Tarot, comprendiéndome, entendiendo, sin más afán que el puro deseo de conocimiento y de amor por la santa gloria de la Eternidad.

El Tarot es símbolo, es secreto y adivinanza velada, es un laberinto del propio yo. Es también magia inconcebible que nos hace estallar hacia lo infinito. Es la Pasión de Dios y el Deseo de todas las especies vivientes.

Es un kaligrama (cómo los que hacía Vicente Huidobro) de Amor. Es un Mandala como lo pintan en el Tibet.

Un día felíz y tranquilo, miré al Cielo y le dije: La Venus!

...y el Cielo guardó un sabio (pero cómplice) silencio.

Tranquilo me sumergí en mi planeta de bytes, hablé con Boticelli y le dije: Permiso, tomo tu Venus y la porto como bandera de mi patria.

El pintor -algo dormido por el paso de los siglos- me respondió: Adelante, llamála...

Pinté en mi MSN la Venus de Boticelli, su bello nacimiento.

Y a los 3 días la conocí, la fotografié y me sonrió.

Su nombre es Marsella.

Rod