Muchas veces pareciera que hemos de decidir vivir dándole mas fuerza a
“aquello que temes que a “aquello que amas”.
Utilizaras la misma energía, la misma fuerza para mantenerte en el temor o en el amor, la diferencia estará en tus resultados y en el bienestar que experimentas en el día a día.Si vas por la vida, evitando los errores, evadiendo el dolor, la tristeza, las desilusiones y los golpes de la experiencias, pasaras tanto tiempo pendiente de lo que no quieres que lo veras por todas partes.
Ni tus ojos, ni tu corazón, ni ninguna pequeña parte de tu ser estará disponible para ver aquello que amas.
Para vivir el amor, es preciso estar disponible para amar.
Aquello que más ama también te ama a ti. Es tu temor el puente que los separa, que te mantiene alejado, que puede parecer inalcanzable, cuando en realidad está tocando tus dedos.
Si decides vivir tu vida enfocando tu atención en “aquello que amas”, tendrás toda la fuerza y energía disponible para alcanzarlo y disfrutarlo. Cuando llegue el dolor, la tristeza o cualquier sentimiento sabrás que solo son momentos que te acercan cada vez más a lo que amas. El mejor momento para avanzar por un sendero más ligero, arriesgado, divertido, y lleno de vida.
Serán muchas las caídas en el camino y muchas las manos que te ayudaran a levantarte con mayor fuerza, mas sabiduria y mas libertad!
Sin embargo, si sabemos elevar nuestra mirada para ver qué se esconde detrás de cada hecho, también tendremos la capacidad de aceptar la piedra que entorpece el camino o el imprevisto que demora la concreción de un proyecto anhelado. Hasta en los momentos más difíciles de la vida, formamos parte de un suceso maravilloso que merece ser agradecido: estamos vivos.
Por supuesto, no se trata de valorarlo en virtud de las posesiones materiales ni de la mayor o menor suerte que - pensamos - nos acompaña. Se trata de descubrir que todo ser, tan sólo por existir, revela un secreto, recrea la mayor magia de la que podemos ser partícipes: la vida misma.
Cómo nos sorprendemos cuando nos despertamos por la mañana y abrimos nuestros ojos. Cómo olvidar que hoy es un día irrepetible y único, y que nosotros tenemos el privilegio de vivirlo en plenitud...
Así, cada objeto, cada persona, cada palabra, cobrarán un nuevo significado, el que nunca deberían haber dejado de albergar, y llenarán de sentido nuestro espacio vital.
Todo ser humano llega a este mundo para cumplir una misión impostergable: aprender a quererse, conocerse en profundidad, apreciar lo que tiene, aceptar a quienes lo rodean y, entonces, transitar el camino que se abre frente a él. No importa si, en algunos tramos, el terreno es escarpado: sólo son pruebas a las que el destino lo somete a fin de fortalecer su espíritu.
Pero, también, sepamos reconocer qué nos está tratando de señalar la vida cuando nos presenta obstáculos, una y otra vez. Y, sobre todo, tratemos de no perder nunca de vista que de nosotros depende, en gran medida, aquello que nos sucede.
Si comprendemos el sentido último e invalorable de nuestra existencia, habremos encontrado la mejor forma de empezar a vivirla plenamente: agradecer la vida.